Celebración de los 125 años de Imbert: un reencuentro histórico lleno de arte, memoria y orgullo
En el marco de los 125 años de la fundación de la ciudad de Imbert, se llevó a cabo una emotiva y multitudinaria celebración que reunió a cientos de asistentes, incluyendo a los llamados imberteños ausentes, que regresaron con el corazón lleno de recuerdos y el alma arraigada en sus raíces.
Uno de los momentos más destacados del evento fue la exposición artística del reconocido Juan Alcántara, quien, tras una brillante carrera en la diplomacia, ha encontrado en el arte un refugio para su nueva etapa de vida. Lejos de representar un retiro, su obra vibra con una energía vital que sorprendió a todos: colores, formas y temáticas que superaron en frescura y potencia expresiva a la de muchos artistas jóvenes.
La exposición incluyó 15 pinturas originales, de diversos formatos y técnicas, con una fuerte carga social e histórica. Las obras de Alcántara no solo retratan paisajes del alma y memorias de Imbert, sino que dialogan con el presente desde una sensibilidad profunda y auténtica.
“En cada pincelada hay memoria, pero también futuro. Esta tierra me lo dio todo, y hoy se lo devuelvo en forma de color”, expresó Alcántara con emoción.
La curaduría de la muestra estuvo a cargo de Andrés Linares-Guerrero, curador suizo-colombiano, experto en arte latinoamericano y director de proyectos internacionales de arte y mercado. Linares Guerrero ha trabajado en embajadas, galerías y ferias de arte en Europa y América Latina, y es reconocido por su enfoque en proyectos que cruzan arte, memoria y territorio.
El reencuentro entre Juan Alcántara y Andrés Linares-Guerrero fue especialmente significativo, ya que ambos se conocieron en Suiza, donde fundaron el Latin Art Forum, una asociación cultural dedicada a la promoción del arte latinoamericano, con énfasis en la ciudad de Berna. Años después, este lazo se renueva en suelo dominicano, consolidando una colaboración que trasciende fronteras.
La exposición fue uno de los puntos centrales del reencuentro, donde la asistencia fue masiva, entre familiares, autoridades locales, artistas y visitantes llegados desde distintas partes del mundo. Fue una celebración de lo que significa ser imberteño: identidad, resiliencia, comunidad.
Juan Alcántara se despidió con una mezcla de nostalgia y alegría, reafirmando que, sin importar el lugar del mundo donde uno se encuentre, “siempre se es imberteño”.
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