Cuando el muro respira: Entrevista con David Alfaro Siqueiros

Entrevistador: Maestro Siqueiros, desde sus primeras obras, la política ha fluido por su arte como sangre por las venas. ¿Por qué eligió ese camino?

Siqueiros: Porque en un mundo lleno de gritos silenciados, el artista debe gritar. El arte, para mí, no es decoración: es un arma. Ante la injusticia, el silencio es traición. He puesto mi arte al servicio de la lucha, no de los salones burgueses.

Entrevistador: Hablemos de técnica. Usó aerosoles industriales, fotografía, perspectivas dinámicas. ¿Por qué tanta innovación?

Siqueiros: El arte debe evolucionar para hablar el idioma del pueblo. Siempre lo he visto como una ciencia. El muro debe moverse, respirar, atacar el ojo del espectador. Ya no estamos en la era de Picasso; vivimos en la revolución industrial, y nuestras herramientas también deben ser revolucionarias.

Entrevistador: Su relación con Diego Rivera es descrita como compleja: ¿amigo, rival, aliado, opositor?

Siqueiros: Todo eso a la vez. Éramos dos ríos rugientes: a veces chocando, a veces fluyendo juntos. Rivera era un poeta del color; yo, un guerrero de la forma. Pero teníamos un mismo objetivo: despertar al pueblo.

Entrevistador: Algunos de sus murales, como Muerte al fascismo o Los héroes de América Latina, son intensos y violentos. ¿Por qué ese tono?

Siqueiros: Porque la verdad no es dulce. Sangre, lágrimas, tortura… eso vive mi pueblo. No vine a esconder el dolor, sino a gritarlo en el muro, para que nunca se repita.

Entrevistador: También ha trabajado en educación. ¿Cómo forma a los jóvenes?

Siqueiros: Animándolos a ponerse de pie, no a imitar. No quiero que nadie sea yo, sino ellos mismos, pero comprometidos. El arte debe ser consciente, creativo y valiente. Enseñar sin coraje es sólo reproducir.

Entrevistador: ¿Cómo ve el futuro del muralismo?

Siqueiros: Mientras exista opresión, el mural vivirá. Si las calles callan, los muros hablarán de lo que sufrió el pueblo. Y si nadie escucha, lo hará la historia.

Entrevistador: Por último, si pudiera ser recordado con una frase, ¿cuál sería?

Siqueiros: “Los muros son silenciosos… a menos que les demos voz.”