La pintura abstracta latinoamericana tiene una historia profundamente ligada a la búsqueda de identidad y modernidad. Joaquín Torres-García estableció un puente entre la abstracción europea y la simbología precolombina, proponiendo una “universalidad constructiva” que influyó en varias generaciones.
A mediados del siglo XX, la abstracción geométrica, el cinetismo y las estéticas constructivas se consolidaron en países como Venezuela, Argentina, Brasil y Colombia.
Artistas como Jesús Rafael Soto, Carlos Cruz-Diez, Tomás Maldonado, Lygia Pape y Waldemar Cordeiro desarrollaron lenguajes visuales que dialogaban con ciencia, percepción y movimiento.
En Colombia, Eduardo Ramírez Villamizar exploró estructuras minimalistas y arquitectónicas que redefinieron el arte moderno nacional.
La abstracción latinoamericana sigue siendo una referencia central para artistas contemporáneos que reinterpretan geometrías, ritmos y patrones culturales.
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