Con un estilo único que combina geometría y gestualidad con múltiples tradiciones pictóricas, la artista exhibe obras de los últimos 15 años en su primera exposición antológica.
En la sede Puertos, en Escobar, de Malba.
Sentada a la intemperie, Florencia Böhtlingk hace bocetos en acuarela, uno tras otro. Pueden llegar a treinta. “Sur le motif”, dice la artista. Práctica pictórica inmersa en la naturaleza desarrollada en Europa hacia fines del siglo XVIII y principios del XIX, que otorgó autonomía al boceto y un renovado prestigio al paisaje. Punto de partida del proceso creativo de la artista. Luego en su taller plantea la obra final a partir de esos trabajos preparatorios. También realiza retratos al óleo, ese otro gran género pictórico teniendo al retratado delante de la tela.
Pero en su obra, estas formas tradicionales parecen funcionar en tanto elementos que selecciona de la gran caja de herramientas que es la historia de la pintura para concretar una producción contemporánea y singular. A la vez figurativa y abstracta, racional y sensitiva, de interiores y exteriores, cromática y lineal. Y comprometida con su tiempo y espacio social. Los más de ochenta trabajos en la sala del Malba Puertos lo pone en evidencia al exhibir la trayectoria de los últimos quince años de la artista, en una merecida primera exposición institucional con la mirada curatorial precisa de Alejandra Aguado.
Juro que todo esto sucedió en un día. El título evidencia una imaginación lúdica y literaria. “Una aventura en la que abordar lo real puede ser, en palabras de la artista, pura fantasía”, señala Aguado en el texto de la muestra. La fantasía ancla en una realidad. En este caso, la de la urgencia por pintar. “El tema de qué es la pintura para mí lo pienso mucho. Decidí que es una pasión. Detrás de eso viene todo ese vínculo con el oficio, los colegas, la propia obra”, contó en diálogo con Ñ.
El Río de la Plata y Misiones. Dos territorios-paisajes privilegiados en sus cuadros. En el primer caso, la mirada se posa en las islas del Delta y en el Parque Natural Ribera Norte en el Partido de San Isidro con sus juncos, garzas, ceibos, crecidas. Y en el interior de su casa taller. Del segundo, en la geografía rural y selvática del Paraje La Bonita en la Colonia La Flor. “Siempre estar frente al motivo me produce una adrenalina, un tirarse al vacío y, por otro lado, un compromiso. Hay que seguir para adelante a pesar de todo”, me cuenta la artista en una afirmación que revela también cierta lucha y voluntad.
La modernidad europea y latinoamericana se vislumbra rememorando por instantes a la brasilera Tarsila do Amaral, al uruguayo Joaquín Torres García, al francés Henri Mattisse, al arte ingenuo, el muralismo de los años 60, entre otros artistas y movimientos. Una genealogía con la que juega en la profusión de color, líneas, decisiones compositivas: frontalidad, perspectiva jerárquica, geometrización.
Comunidades y escritura
Böhtlingk menciona al pintor uruguayo Carlos Giambiagi, quien en la segunda década del siglo pasado se asentó en la selva misionera siguiendo al escritor Horacio Quiroga. En la obra "Villanueva en el taller" (2014) aparece escrito “Preloran, Giambiagi, Chucalezna”, en una trilogía de nombres ligados a la pintura, el paisaje, la educación artística, la etnografía. Porque lo retratado es una experiencia colectiva ("Espeto comunitario en la escuela"," Atardecer en la aldea guaraní", ambas de 2016). Así establece diálogos y comunidad con los pares con quienes sale a pintar, con las zonas visitadas y retratadas, con referentes intelectuales y artísticos.
La escritura se cuela en varios trabajos hasta alcanzar el protagonismo en "Las palabras son imágenes" (2010) y "La campaña" (2019). “Las palabras funcionan a veces como anclajes de lo abstracto que puede ser un paisaje”, me dice la artista. Del paisaje de una manifestación social sólo deja lo dicho, oído, escrito logrando otra imagen de un entramado social. Como una nube de palabras, pero sin relaciones jerárquicas. “Utilizando una tipografía vinculada a la artesanía, las pintadas callejeras y la señalización espontánea, las obras plasman una realidad donde conviven fuerzas vitales y antagónicas. Abigarradas y vibrantes (…) las palabras expresan la actualidad del territorio y la equivalencia que existe en la obra de Böhtlingk entre pintar y nombrar”, escribe Aguado. La palabra como performance pictórica, pienso.
Leer mas