Arte urbano: consumido por todos. ¿Valorado por quién?

Arte urbano: consumido por todos. ¿Valorado por quién?

Por Alice Everton y Rafael Heluy

Automóviles en atascos, peatones apurados por llegar a tiempo a su destino, vendedores ambulantes intentando vender sus productos para obtener un pequeño ingreso al final del día. Distintas clases sociales habitan los mismos lugares en diferentes circunstancias. Sin embargo, hay algo común a todos: el arte que los rodea.

Aunque el conductor no se convierte en peatón, al igual que los vendedores ambulantes no forman parte del mayor grupo de consumidores de arte "académico" —que se limita a entornos específicos, dirigido a un público específico—, existe un tipo de producción artística que no solo sirve como un realce visual del entorno urbano, sino que también es accesible a todos los que transitan por la zona donde se ubica.

El arte urbano, generalmente asociado a movimientos sociales, la emotividad de sus creadores, la representación de una preocupación, un pensamiento, un fragmento de historia, entre muchas otras situaciones, está presente en los centros y suburbios de las ciudades y es responsable de esa fracción de segundo en la que una persona hace una pausa en su vida cotidiana y, en poco tiempo, dirige su mirada hacia una obra de arte. Allí, entre coches, peatones y vendedores ambulantes, al aire libre.

La libertad de apoyo, sin embargo, da lugar a innumerables preguntas que surgen implícitamente en el desarrollo de un proyecto de arte callejero. ¿Quién permitió su creación? ¿En qué circunstancias lo desarrolló el artista? ¿Hay alguien que lo apoye?
Para iniciar el debate sobre la apreciación del arte urbano, por lo tanto, es importante destacar que, por espontáneo que sea, no surge de la nada. A veces, hay un profesional detrás de esos dibujos que debe asumir los costos de ejecución de esa obra. Después de todo, si se consume y, sobre todo, tiene demanda, alguien tiene que, además de crearlo, financiarlo.

Con esto en mente, presentamos este número con dos ejemplos prácticos de artistas independientes que hacen del arte su medio de vida, ya sea económico, social, emocional, político o terapéutico: Lundis, del Land Art, y Gil Leros, del Graffitti.

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