Desde los años setenta, la fotografía latinoamericana ha sido reconocida como una expresión artística, como una categoría. Pero lo cierto es que esta etiqueta apenas refleja la superficie de la rica y diversa identidad visual de Iberoamérica. A pesar de compartir narrativas y desafíos comunes, cada país, cada comunidad, incluso cada rincón, tiene su propia cultura y estética distintiva.
Hoy en día, la fotografía contemporánea latinoamericana se manifiesta principalmente a través de tres ejes. Primero, están los imaginarios y memorias que se tejen en relatos saturados de historia y compromiso social. Son, sin duda, una herramienta de denuncia que expone las múltiples oleadas de violencia y conflictos que han dejado huella en toda la región. En el segundo eje, que comprende estéticas y antropologías, se encuentran los elementos visuales que definen la identidad nacional y la etnografía; elementos que solo pueden entenderse a través de patrones culturales. En el tercer eje se desarrollan y exploran prácticas fotográficas como el fotoperiodismo, el retrato o la fotografía documental (Monteiro y Leiva Quijada, 2015).
En este contexto, es clave entender que, si bien América Latina comparte visiones culturales similares en su fotografía, su elemento más relevante es la experiencia individual. La fuente de inspiración, ideas o conceptos puede provenir de cualquier lugar o situación, guiada por los intereses del artista, y puede expresarse en miles de formas únicas. Aquí, see-zeen presenta el trabajo de diez fotógrafos latinoamericanos que no solo crean narrativas singulares, sino que parecen conectadas entre sí.
La serie "Madre" de Marisol Méndez resalta la presencia de las mujeres con elementos que son producto de la colonización. Muestra rasgos religiosos que simbolizan lo que significa ser mujer en Bolivia (especialmente a través de la representación de la Virgen María o María Magdalena). Sus fotografías cuestionan esta visión religiosa y exponen satíricamente la "pureza" como emblema de la feminidad, que claramente es una imposición social. En su trabajo pueden observarse vivencias de mujeres latinoamericanas como la quinceañera, la celebración del cumpleaños número 15 de una niña.
Como mujer latina, viví cada una de estas etapas siguiendo las costumbres culturales y familiares, y solo ahora puedo ver su impacto, comprendiendo que muchas de estas cosas en realidad causaron conflictos con mi identidad, con mi forma de relacionarme con la sociedad y, sobre todo, con el cuestionamiento y la búsqueda de mi espiritualidad. Por eso, resulta fascinante ver en este trabajo fotos que muestran el contraste y se oponen a la perspectiva tradicional y patriarcal latina.