El arte urbano en Brasil se ha consolidado como uno de los movimientos culturales más influyentes de Latinoamérica. Grandes centros urbanos, como São Paulo y Río de Janeiro, funcionan como verdaderas galerías al aire libre, donde el grafiti interactúa con la vida cotidiana. A partir de la década de 1980, los artistas comenzaron a intervenir los muros para expresar inquietudes sociales, críticas políticas y reflexiones sobre la identidad.
Con el tiempo, el grafiti brasileño desarrolló un estilo único, caracterizado por colores intensos, personajes estilizados y una fuerte conexión con la cultura periférica. Vila Madalena, en São Paulo, se ha convertido en un laboratorio de experimentación artística, donde las obras cambian con frecuencia y reflejan la dinámica social de la ciudad.
En los últimos años, iniciativas públicas y privadas han comenzado a valorar el grafiti como patrimonio cultural, promoviendo festivales, rutas turísticas y programas de arte comunitario. De esta manera, la calle deja de ser un mero telón de fondo urbano y se transforma en un espacio para la expresión plural y democrática.
Latamarte