El extractivismo cultural y la banalización del arte

El extractivismo cultural y la banalización del arte

Desde los ámbitos artístico y ético, los riesgos de esta tecnología no son menores. Quelic Berga Carreras, profesor de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación de la UOC e investigador del grupo DARTS, considera que la "ghiblificación" de internet representa un caso flagrante de apropiacionismo o apropiación cultural. "Estamos pidiendo a la máquina que copie el estilo sin prejuicios ni filtros, con lo que banalizamos un arte que se basa en el cuidado, el detalle y el respeto", reflexiona Berga.

El investigador alerta de que este fenómeno no es un simple homenaje estético, sino un extractivismo cultural que trivializa referentes profundamente humanos. En su opinión, la tecnología de IA, tal como se está utilizando, reproduce una forma de colonialismo sobre culturas ajenas, al extraer rasgos reconocibles y despojarlos de su significado profundo para su explotación masiva.


Tres grandes riesgos para la creación artística

Uno de los principales riesgos es la pérdida de autoestima creativa entre los artistas. Según Berga, enfrentarse a una máquina capaz de imitar estilos de forma espectacular pero sin alma puede desmotivar a los creadores humanos y afectar a su confianza y motivación. En segundo lugar, se produce un desdibujamiento cultural progresivo: el cruce indiscriminado de estilos, fomentado por las IA, genera una "hibridación extrema" que borra las referencias culturales sólidas y convierte la creación en un collage superficial sin raíces.

Finalmente, Berga alerta de una creciente banalización del arte: cuanto más se propagan las imágenes espectaculares generadas por IA, más se vacían de contenido profundo, al sustituir el sentido social del arte por la mera apariencia estética. El propio Hayao Miyazaki, fundador de Studio Ghibli, criticó en 2016 el uso de IA para replicar movimientos humanos, y exclamó: "No entendéis el sentido del esfuerzo humano". Una crítica que resuena hoy más que nunca.


IA y derechos de autor: una carrera contra el tiempo

La regulación europea intenta adaptarse al nuevo escenario con medidas como el Artificial Intelligence Act (Regulation 2024/1689), que obliga a los proveedores de modelos de IA de propósito general (GPAI) a respetar los derechos de autor y detallar los datos utilizados en el entrenamiento de sus modelos. Sin embargo, Begoña González Otero advierte de que "existen ambigüedades y lagunas que pueden influir en la eficacia de las obligaciones".

De hecho, la falta de armonización efectiva entre el Artificial Intelligence Act, la Directiva 2019/790 y la normativa nacional genera un "incentivo perverso": incumplir resulta, de momento, más rentable que cumplir.

Por su parte, los artistas y creadores buscan también estrategias para protegerse. Proyectos como Tracking, detection and management of AI infringement (TDMAI) surgen como iniciativas tecnológicas impulsadas por los propios autores para vigilar el uso no autorizado de sus obras.
Entre la fascinación y el riesgo

La fascinación por las capacidades de la inteligencia artificial convive con una creciente preocupación ética y cultural. Concluye Quelic Berga que "el riesgo no es solo perder el control sobre la creación, sino acostumbrarnos a una mediocridad estética que trivializa el arte y la cultura".

Mientras tanto, el futuro de la creatividad y los derechos de autor en la era de la IA sigue abierto, en una carrera en la que la regulación, la conciencia cultural y la acción colectiva serán determinantes para equilibrar innovación y respeto a la identidad cultural, según los expertos.
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