El sistema de numeración indo-arábigo es uno de los mayores logros de la humanidad. Con nueve cifras (1–9) y el cero, junto con el valor posicional, transformó los cálculos y se convirtió en la base de los avances en matemáticas, astronomía, ingeniería y medicina. Sin él, no existirían las computadoras, los viajes espaciales ni la ciencia moderna.
Antes, Europa dependía de los complicados números romanos. En los siglos VI–VII, los sabios indios, especialmente Brahmagupta, introdujeron el cero como marcador de posición. Más tarde, Bagdad en la época abasí se convirtió en el centro de difusión, y el matemático persa Al-Juarismi fue clave para transmitir este conocimiento al mundo islámico y a Europa.
Aunque hubo resistencia inicial, el libro Liber Abaci (1202) de Fibonacci demostró la utilidad del sistema en el comercio y la ciencia. La imprenta en el siglo XV aceleró su expansión y, a mediados del XVI, los números romanos casi desaparecieron.
La civilización moderna descansa sobre este sistema. En Irán, los números persas (۰۱۲۳۴۵۶۷۸۹), con raíces comunes en la India, siguen siendo parte fundamental de la identidad escrita.
Ltamarte