El arte siempre ha sido un reflejo de su tiempo, y la era moderna y contemporánea está indefectiblemente marcada por el avance tecnológico. Desde la invención de la fotografía en el siglo XIX, que liberó a la pintura de la necesidad de representar la realidad de manera fiel, hasta la digitalización y la inteligencia artificial del siglo XXI, la tecnología ha sido un catalizador fundamental para la evolución del arte.
Movimientos como el futurismo italiano celebraron la velocidad, la máquina y la energía de la nueva era industrial. Más tarde, el arte cinético incorporó el movimiento real a las obras, often mediante motores eléctricos. En la segunda mitad del siglo XX, el videoarte emergió con artistas como Nam June Paik, utilizando monitores de televisión para crear instalaciones críticas con la cultura mediática.
Hoy, el arte digital, la realidad virtual y las NFT (Tokens No Fungibles) han redefinido por completo los conceptos de autoría, originalidad y posesión de una obra de arte. Los artistas ya no trabajan solo con pinceles y lienzos, sino con algoritmos, código y realidad aumentada, desdibujando los límites entre lo físico y lo virtual y planteando nuevas preguntas sobre la naturaleza del arte mismo.
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