Hombres de Vapor | Cristóbal Herrera-Ulashkevich | Fotógrafo Nacido en Cuba

Dedicado a mi padre

El ensayo fotográfico “Hombres de Vapor” es un proyecto personal que comenzó en el garaje de mi casa en La Habana, durante uno de los muchos intentos por mantener en funcionamiento el viejo automóvil de mi padre.

Estábamos sacando el motor, que funcionaba casi bien, porque un amigo nos había dado una pieza de repuesto para que pudiera funcionar aún mejor.

Pero cuando volvimos a armar todo, no funcionó como esperábamos y el motor empezó a echar mucho humo.

Mi padre se rió y dijo: “¡Esto parece más una locomotora de vapor que un automóvil!”
En ese mismo instante, una chispa de inspiración se encendió en mí y le prometí que capturaría el alma de aquellas poderosas locomotoras de vapor que, para mi gran fortuna, aún reinaban como parte integral del transporte en Cuba—especialmente en la industria azucarera.

“Hombres de Vapor” cuenta la historia de estas máquinas, cuidadosamente mantenidas y reparadas por sus operadores.

Estos hombres eran increíblemente creativos y habilidosos. Aun con poca educación formal, lograban mantener con vida a estos poderosos animales cada día. Me dijeron que por cada locomotora “viva”, había dos o tres “muertas” en el desguace. Este “cementerio” era su versión de una tienda de repuestos, donde buscaban lo que necesitaban.

La jornada laboral promedio de una tripulación de locomotora comenzaba a las 4 a.m. y terminaba después de las 6 p.m. Además del peligro constante de explosiones de calderas, las condiciones de trabajo eran agotadoras. La tripulación tenía que revisar constantemente cada parámetro e improvisar reparaciones y soluciones para mantener las máquinas en servicio.

¿El salario? Un sueldo miserable y la promesa de ganar un televisor o una lavadora como premio si superaban la cuota.